¿Qué son los opiáceos?
Los opiáceos son sustancias naturales que se obtienen de la adormidera (Papaver somniferum). Estos compuestos se encuentran entre los analgésicos más antiguos conocidos y se han utilizado con fines médicos durante siglos. Actúan directamente sobre el sistema nervioso central, donde activan ciertos receptores responsables de la percepción del dolor. Al unirse a estos receptores, los opiáceos bloquean la transmisión de las señales de dolor al cerebro y alivian el dolor de manera eficaz. Opiáceos conocidos como la morfina y la codeína se encuentran entre los analgésicos naturales más potentes y desempeñan un papel fundamental en la terapia del dolor moderna, ya que suelen emplearse incluso en casos en los que otros tratamientos no resultan efectivos. Sin embargo, debido a su potente efecto, los opiáceos conllevan un riesgo de dependencia, por lo que su uso suele estar estrictamente regulado.
Diferencia entre opiáceos y opioides
Aunque los términos «opiáceos» y «opioides» suelen usarse como sinónimos, existe una diferencia importante entre ellos. «Opiáceos» se refiere exclusivamente a sustancias naturales obtenidas directamente de la adormidera, como la morfina y la codeína. En cambio, el término «opioides» es más amplio e incluye todas las sustancias que pueden unirse a los receptores de opiáceos en el cuerpo. Esto abarca también compuestos sintéticos y semisintéticos como el fentanilo, la oxicodona o la metadona. Estos opioides sintéticos suelen ser mucho más potentes que los opiáceos naturales y su efecto puede ajustarse de manera específica, lo que los hace especialmente valiosos para fines médicos, pero también más riesgosos. Debido al uso generalizado de opioides sintéticos en la medicina, el término «opioides» se emplea con frecuencia para describir toda esta clase de sustancias.


¿Qué medicamentos pertenecen a los opiáceos?
Algunos de los medicamentos más conocidos que contienen opiáceos naturales son la morfina y la codeína, ambos con aplicaciones importantes en el tratamiento del dolor. La morfina se utiliza principalmente para tratar dolores intensos y agudos, como después de operaciones o en casos de cáncer. Su efecto analgésico es intenso y relativamente duradero, lo que la hace especialmente útil en dolores crónicos. Por otro lado, la codeína suele emplearse como componente de antitusivos y analgésicos más suaves, ya que tiene un efecto analgésico menor y provoca menos efectos secundarios que la morfina. El opio, que se obtiene del látex seco de la adormidera, también contiene una mezcla de opiáceos naturales y se utilizó históricamente como analgésico. Sin embargo, en la medicina moderna el opio puro es poco común, ya que principios activos aislados como la morfina o alternativas sintéticas actúan de manera más específica y permiten una dosificación más controlada.
Opiáceos naturales del cuerpo: endorfinas y su efecto
Un aspecto interesante de la investigación sobre los opiáceos es el descubrimiento de que nuestro cuerpo produce sustancias similares a los opiáceos. Estas llamadas endorfinas son analgésicos naturales del organismo y se unen a los mismos receptores que los opiáceos y opioides. Se liberan durante ciertas actividades, como el ejercicio físico, el estrés, la risa o momentos de emociones intensas, y generan una sensación natural de euforia, además de reducir la percepción del dolor. Este fenómeno también se conoce como “Runner’s High”, cuando las personas experimentan una intensa sensación de bienestar tras correr durante un periodo prolongado. Las endorfinas forman parte del sistema natural de defensa contra el dolor de nuestro cuerpo y demuestran que la percepción del dolor y el bienestar están estrechamente relacionados. La comprensión de los opiáceos endógenos también ha influido en el desarrollo de analgésicos sintéticos, cuyo objetivo es imitar estos procesos naturales.
Opiáceos como analgésicos: Cuándo y por qué se utilizan
Los opiáceos son especialmente importantes en la medicina moderna cuando se trata de tratar dolores intensos o crónicos que no pueden aliviarse adecuadamente con analgésicos convencionales. Sus aplicaciones típicas incluyen el dolor oncológico, el dolor postoperatorio y ciertos síndromes de dolor crónico. En pacientes con cáncer, los opiáceos suelen utilizarse cuando el dolor afecta gravemente la vida diaria y reduce considerablemente la calidad de vida. También pueden ayudar a aliviar el dolor agudo tras operaciones importantes, facilitando así una mejor recuperación del paciente. En el tratamiento del dolor crónico que no responde a otros medicamentos, los opiáceos pueden ser una opción, aunque generalmente solo bajo estricta supervisión médica para minimizar los efectos secundarios y el riesgo de dependencia. La dosis se ajusta cuidadosamente y, a menudo, se combina con otros analgésicos para mantener la cantidad de opiáceos lo más baja posible.

Riesgos y efectos secundarios de los opiáceos
A pesar de su efecto analgésico, los opiáceos también presentan numerosas reacciones adversas que pueden resultar especialmente problemáticas cuando se utilizan durante períodos prolongados. Las reacciones adversas más frecuentes incluyen náuseas, estreñimiento, somnolencia y, en algunos casos, una disminución de la frecuencia respiratoria conocida como depresión respiratoria. Esta depresión respiratoria es especialmente peligrosa en caso de sobredosis y, en el peor de los casos, puede ser mortal. Además, el uso prolongado conlleva un riesgo considerable de desarrollar dependencia física y psicológica. El organismo se habitúa a estas sustancias, por lo que se requieren dosis mayores para lograr el mismo efecto; este proceso se denomina desarrollo de tolerancia. Si se interrumpe el consumo de manera abrupta, pueden aparecer síntomas de abstinencia intensos, como inquietud, insomnio, sudoración y dolor. Por este motivo, el uso de opiáceos se evalúa cuidadosamente y, por lo general, solo se prescribe cuando los beneficios superan los posibles riesgos.
Opiáceos como droga: abuso y dependencia
Un riesgo particular asociado a los opiáceos es el abuso, que representa un peligro especialmente grave en variantes potentes como la heroína. La heroína se produce a partir de morfina y es uno de los opiáceos ilegales más conocidos. Debido a su efecto intenso y rápido, genera dependencia en muy poco tiempo y ha llevado a millones de personas a la adicción en todo el mundo. El abuso de opiáceos puede tener consecuencias graves para la salud, incluyendo un rápido deterioro físico, fallo orgánico y un alto riesgo de sobredosis, especialmente cuando la pureza y la dosis de las sustancias no están controladas. En muchos países, el abuso de opiáceos recetados también se ha convertido en un problema serio, ya que la disponibilidad de estos medicamentos favorece en parte, de manera involuntaria, el desarrollo de adicciones. La dependencia de los opiáceos es difícil de superar y suele requerir una combinación de apoyo farmacológico, terapia y acompañamiento social.