El consumo simultáneo de MDMA (éxtasis) y alcohol no es raro, especialmente en el ambiente de fiestas y clubes, pero conlleva riesgos considerables. Ambas sustancias afectan al sistema nervioso central de manera diferente, lo que puede resultar en una combinación peligrosa. Mientras que el MDMA es conocido por generar una fuerte euforia y sensaciones de energía, el alcohol tiene un efecto sedante y depresor sobre el cuerpo. Estos efectos opuestos dificultan que el organismo se adapte al esfuerzo, lo que a menudo provoca consecuencias graves para la salud.

Los efectos del MDMA en el cuerpo
La MDMA pertenece a los estimulantes y provoca una liberación masiva de neurotransmisores como serotonina, dopamina y noradrenalina en el cerebro. Estas sustancias son responsables de las sensaciones intensamente positivas que experimentan muchos consumidores, como una alegría intensa, mayor empatía y una fuerte sensación de bienestar. Sin embargo, el lado negativo de este efecto es que el cuerpo se somete a un gran estrés. La frecuencia cardíaca y la presión arterial aumentan, al igual que la temperatura corporal. Muchos consumidores no se dan cuenta de lo deshidratados que están, lo que puede llevar a situaciones peligrosas, especialmente durante actividades como bailar o salir de fiesta.
Cómo el alcohol afecta al cuerpo
A diferencia del MDMA, el alcohol no es estimulante, sino que tiene un efecto sedante. Ralentiza las funciones cerebrales, reduce las inhibiciones y genera una sensación de relajación. En cantidades moderadas, facilita la interacción social y puede ayudar a muchas personas a sentirse más desinhibidas. Sin embargo, en dosis elevadas, afecta considerablemente las habilidades motoras, el juicio y los tiempos de reacción. Además, el alcohol tiene un efecto diurético, lo que altera aún más la regulación de líquidos en el cuerpo. Combinado con la deshidratación provocada por el MDMA, esto incrementa el riesgo de complicaciones graves.

MDMA y alcohol: ¿Qué pasa cuando se combinan ambas sustancias?
La combinación de MDMA y alcohol puede modificar y potencialmente intensificar los efectos de ambas sustancias. Por ejemplo, el alcohol puede disminuir el efecto eufórico del MDMA, lo que puede llevar a que los consumidores tomen más MDMA para lograr el efecto deseado. Sin embargo, esto aumenta el riesgo de una sobredosis. Al mismo tiempo, el MDMA enmascara los efectos depresores del alcohol, lo que provoca que los signos de intoxicación alcohólica a menudo pasen desapercibidos.
Entre los riesgos más frecuentes de esta combinación se encuentran:
• Hipertermia: El MDMA eleva considerablemente la temperatura corporal, lo que, junto con la deshidratación causada por el alcohol, puede ser potencialmente mortal.
• Problemas circulatorios: Los efectos opuestos sobre el sistema cardiovascular aumentan el riesgo de arritmias cardíacas o colapso.
• Alteraciones de la conciencia: Tanto el MDMA como el alcohol afectan el juicio y la percepción, lo que puede dar lugar a situaciones peligrosas.
Síntomas físicos en el consumo combinado
Las personas que consumen MDMA y alcohol al mismo tiempo suelen experimentar una serie de síntomas desagradables. Entre ellos se encuentran mareos intensos, náuseas y confusión. El aumento de la frecuencia cardíaca, provocado tanto por el MDMA como por el alcohol, puede generar además una sensación de palpitaciones, lo que puede causar pánico en quienes consumen. También son frecuentes los calambres o temblores, que pueden indicar que el cuerpo está sometido a un gran esfuerzo.
Además de estos síntomas a corto plazo, existe el riesgo de daños a largo plazo. Los órganos más afectados son el hígado y el sistema cardiovascular. Como el hígado debe metabolizar ambas sustancias al mismo tiempo, se sobrecarga especialmente, lo que puede derivar en daños hepáticos a largo plazo.
Riesgos para la salud a largo plazo por MDMA y alcohol
Aunque los riesgos agudos del consumo combinado ya son considerables, tampoco deben subestimarse los daños a largo plazo. La sobrecarga constante del hígado debido a la metabolización de alcohol y MDMA puede provocar enfermedades hepáticas crónicas que, en el peor de los casos, pueden desembocar en una insuficiencia hepática. Además, el MDMA afecta al sistema de serotonina en el cerebro, lo que, con un consumo repetido, puede causar depresión, trastornos de ansiedad y deterioro cognitivo. El alcohol potencia estos efectos nocivos, ya que también es neurotóxico.
El sistema cardiovascular también sufre a largo plazo por la combinación repetida de MDMA y alcohol. La alternancia constante entre un estimulante y un depresor provoca una sobrecarga del corazón, lo que incrementa el riesgo de infartos y otras enfermedades cardiovasculares.
Reseñas: Experiencias positivas y negativas
Aunque algunos consumidores afirman que la combinación de MDMA y alcohol les ha resultado agradable, las experiencias suelen ser variadas. Al inicio de los efectos, la mezcla puede intensificar tanto la sensación de relajación provocada por el alcohol como la euforia generada por el MDMA. Sin embargo, muchos también mencionan “bajones” desagradables, caracterizados por un cansancio extremo, dolores de cabeza y estados emocionales bajos. Estos efectos posteriores pueden ser especialmente intensos, ya que tanto el alcohol como el MDMA son conocidos por influir considerablemente en los niveles de serotonina en el cerebro.
